martes, 2 de septiembre de 2008

VALORES SOCIALISTAS, SALVACIÓN DE LA REVOLUCIÓN.


En la reflexión que venimos realizando sobre algunos aspectos sistemáticos propios de los procesos y elementos propios organizacionales, en función de la transición y/o conversión a lograr teniendo como norte la construcción del Socialismo Bolivariano; haremos un alto en cuanto a tocar una fibra neurálgica de nuestro proceso revolucionario que muchas veces el encandilamiento provocado por el pragmatismo operativo (valga la redundancia) no nos permite abordar. Esta fibra neurálgica es la formación en Valores Socialistas a través del Tercer Motor Moral y Luces.


Valores Socialistas, una realidad objetiva y activa.


Como señalaba en la entrega anterior, los Valores Socialistas deben ser pregonados y vividos como actitudes proactivas y de activación personal-social en función del bien común socialista, por ende de la sociedad y humanidad misma, y no como meros principios universales exhortativos. En una de las estratagemas o autoengaños que hemos caído, tal vez por no ser conscientes de los autoentrampamientos a que se nos acostumbró producto de una educación capitalista, ahora y siempre neoliberal, que le encanta ocultar la verdad y narcotizar los espíritus y consciencias evitando su emancipación y por ende su liberación; es hacer de los Valores meros principios teóricos sin ningún tipo de asidero en la realidad o que ellos se asumen por ósmosis o infusión trascendente. Nos encontramos con meras expresiones sentimentales o románticas exhortativas que sabemos importantes pero que cuánto cuesta hacer que ellos se hagan realidad, o con reflexiones de unos niveles científico-técnico-filosóficos tal que hacen imposible su historización o “conectarlos a tierra”. Cada persona, colectivo, comuna, organización, institución, país, etc., debe tener claro cuáles son los valores que dinamizarán su existencia en función del modo o manera de estar en este planeta como también en función de su función social (Valga la redundancia) para la transformación de la realidad y la emancipación propia y colectiva de las ataduras de la opresión y esclavitud capitalista.


Valores paridos por el pueblo y la historia.


Al intentar abordar la formación en valores socialistas desde cualquier trinchera revolucionaria, debemos asumir que ¡los valores no han nacido hoy!, que no son fruto de la Planificación Estratégica, sino que son antropo-socio-genéticos, es decir, ellos hunden sus raíces en nuestras culturas ancestrales, tienen una entidad corpórea no tangible sensiblemente: forman parten del gran legado de nuestra historia y cultura a través de la práctica histórica lo que los hace objetivos per se, que se vienen actualizado hoy a través de las expresiones más sencillas, genuinas, poco complejas y espontáneas de nuestro pueblo en su cotidiano vivir y actuar. Prácticas solidarias, en búsqueda del bien común, de transformación de una realidad o realidades adversas que ponen en peligro la propia existencia y que tienen sus asideros en la cultura de los pueblos a través de su práctica continuada. Estas prácticas fueron generando a través de los años niveles de bienestar y desarrollo capaces de ser tenidas como prácticas replicables, modos de relación, interacción con la naturaleza, etc., en los diferentes ambientes y contextos donde estos mismos se desarrollaron. Basta entrar en contacto con los valores que impulsaron la lucha independentista: igualdad, independencia, justicia, libertad, etc., u otros valores vividos por los procesos y gestas emancipatorias en cualquiera de nuestros pueblos latinoamericanos, para que ellos se actualicen, transformen nuestra visión o cosmovisión del mundo e impulsen nuevamente nuestras acciones en la trasformación de la realidad e historia circundante.


Una pedagogía inédita que nos implica a todos.


Para que estos valores acontezcan no sólo basta reconocer su génesis o pretender que ellos nacen por generación espontánea; ¡pensar ello es una ingenuidad! Estas iniciativas y acciones del pueblo para que se consoliden en valores deben entrar en consonancia, comunión y articulación con los valores asumidos como tal por la humanidad con el fin de recibir un espaldarazo y un nutriente capaz de confirmar su razón de ser como su validación a través de la verificación intersubjetiva personal y cultural. Y no basta aún esta sana extrapolación o vinculación significativa, sino que debe entrar, para su perpetuación o emancipación en el fuero interno personal de los valores vividos por los sujetos para que, en esta conexión de significados, el proceso de desaprendizaje de modos de proceder, acciones, lecturas de la realidad ajena, etc., sea una realidad para abrir espacio a un nuevo proceso emancipatorio personal, y por ende colectivo, en la medida que somos capaces de generar, potenciar o propiciar la construcción de asideros cognoscitivos, “ganchos donde colgar” el nuevo conocimiento, la nueva “moral (ética) y luces” tanto en el sujeto como en los colectivos que los asumen concienciadamente, en voluntad y libertad. Este proceso, aunque suene fácil describirlo, es arduo y complejo. No es nada fácil dejar los valores acomodaticios, consumistas, capitalistas, etc., que nos han sido inculcados durante muchos años a través de la publicidad, de la televisión, de la religión, de la educación capitalista, etc., y hemos también introyectado, en aras a la libertad que genera la toma de conciencia o concienciación de la necesidad de ser libres para así, a través del ejercicio de esa libertad, confirmar el camino transitado. Nadie deja un valor si el nuevo valor no trasciende la cotidianidad vivida como una rutina, para comenzar a vivirla como una oportunidad para la propia emancipación y rescate de la dignidad humana con los otr@s. Por ello es muy importante no ser ingenuos! Al apostar por formar en los Valores Socialistas no podemos pretender decretarlos sino acompañar su asunción afectiva, espiritual, política e ideológica movilizando a la persona en toda su integralidad donde la teoría y la práctica, la praxis histórica, permita su hegemonía, validación y permanencia. Parafraseando a Jesucristo: “que den abundante fruto (social) y que ese fruto permanezca”. Todo esfuerzo o iniciativa que no hagamos en esta dirección sólo será un remozamiento, un refrescamiento, un “lifting facial”, un rejuvenecimiento sin tocar las verdaderas causas, raíces, afectos y deseos estructurales en los sujetos, las organizaciones e instituciones que es donde se definen finalmente las decisiones, el deseo de cambio, es decir el inicio conciente del camino a la conversión revolucionaria.


En este proceso de asunción de los Valores Socialistas, tanto en el ámbito personal, organizacional e institucional, el Gobierno y los entes gubernamentales entre otros, tienen un papel crucial e impostergable en cuanto que es su responsabilidad objetivar estos principios y fundamentos a través de sus políticas, lineamientos, directrices, normas regulatorias, etc., que en función del bien social más universal y nacional debe dictaminar, velar y evitar cualquier trasgresión salvaguardando los valores que busca proteger toda norma en función de este fin: “la mayor suma de felicidad posible”. En esta simbiosis el Gobierno Nacional actúa como catalizador, media a través de la educación y las leyes permitiendo que estos valores antropo-socio-genéticos se perpetúen, apuntalen la sociedad y devengan en bienestar social de todos los/las sujetos sociales. Al cumplir este rol, este papel traerá por añadidura su hegemonía en la medida que demuestre su eficiencia en hacer realidad cada uno de ellos a través de las múltiples mediaciones políticas, institucionales, educativas u organizacionales como también garantizando y fortaleciendo la gobernabilidad al encontrar los/las sujetos “consonancia”, “concordancia” entre el deseo de obtener la mayor suma de felicidad posible y el deseo del Estado para sus conciudadanos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo solo queria algo y me sale unas tonterias

Anónimo dijo...

pero en si esta interesante si muy interesante