martes, 2 de septiembre de 2008

TRANSICIÓN AL SOCIALISMO, una realidad posible!

“VINO NUEVO EN VASIJAS NUEVAS”


Ya lo dijo Jesucristo, el Primer Revolucionario radical de la historia, “vino nuevo en vasijas nuevas”. Esta máxima revolucionaria nuestro Comandante Presidente la tiene muy clara: no es posible fundar la Vta. República, relanzar la Revolución Bolivariana sin tocar las bases de la sociedad y sus instituciones. Concreción de ello es el tamiz y dirección que nos propone para la redefinición y reorientación del proceso Bolivariano, las 3 RRR: REVISIÓN-RECTIFICACIÓN-REIMPULSO. Es por ello que la construcción del Proyecto Nacional Simón Bolívar, el Socialismo del Siglo XXI, la Democracia Participativa y el Ejercicio del Poder Popular en Venezuela; nos requiere hoy día cambios profundos en los diversos niveles y ámbitos de las instituciones del Estado, de sus organizaciones, de la sociedad civil, etc., tanto en los aspectos jurídico político, económico – social, como en los aspectos filosóficos – epistemológicos y espirituales. Si ello no sucede, sólo lo que logramos es legitimar y remozar las estructuras propias de la cuarta república, capitalistas, neoliberales, injustas e inicuas en detrimento de los destinatarios/as de sus acciones y peor aún de los más pobres, quienes muchas veces están o quedan fuera de sus ámbitos de acción. Si esto lo seguimos permitiendo es mejor que “bajemos la santa maría” y no pretendamos hacer un remiendo con un trozo de tela nueva, porque esta última al encogerse será mayor el desastre que causará. Y ¡queriendo hacer una gracia, terminamos haciendo una morisqueta! De esto está consciente nuestro Presidente Comandante y ello lo deben prever quienes llevan las riendas de las instituciones estatales.


La articulación entre el Nuevo Modelo de Estado y el Nuevo Orden Social eminentemente Socialista, que se pretenden alcanzar, se debe basar, orientar y regir por una armazón conceptual que relaciona como un todo los conceptos de Estado Socialista, Estado Comunal, Democracia Socialista, Democracia Directa y Democracia Participativa; con Sociedad Socialista , Economía Socialista, Autogestión y Propiedad Social de los medios de producción, comunas y consejos comunales; estos a su vez con, la transferencia de poder a las comunidades, Ejercito Popular, entre otros; que sin ningún tipo de ambigüedades definen, orientan y establecen el significado preciso sobre el ejercicio colectivo del poder por parte del pueblo organizado. Si no logramos este engranaje conceptual seguiremos adoleciendo en nuestro proceso de fundamentos y principios teóricos, filosóficos, políticos e ideológicos capaces de dar razón de lo novedoso del mismo y defender apologéticamente su ser inédito, emancipatorio, integracionista y equitativo.
Institucionalmente, el diseño del Proyecto Institucional de Transición al Socialismo debe ser comprendido y planificado en términos de procesos y etapas desde el punto de vista diacrónico-sincrónico: en varios momentos simultáneos, teniendo como base fundamental el Proyecto Nacional Simón Bolívar o Primer Proyecto Socialista (PPS), además de ser EL REFERENTE para todas las acciones y planeaciones de las instituciones gubernamentales que median las políticas sociales, políticas, económicas, culturales, ideológicas, etc., de nuestro Gobierno y proceso revolucionario. En este sentido, se deben precisar objetivos estratégicos a corto, mediano y largo plazo; así como de las líneas estratégicas internacionales, nacionales, regionales y locales, las cuales resultan de vital importancia para construir y proyectar las transformaciones institucionales por venir. La implantación, desarrollo y hegemonía del Proyecto Nacional Simón Bolívar supone la construcción de un Nuevo Orden, un nuevo proceso de institucionalización y organización como respuesta al caos y déficit de legitimidad del diseño representativo, discriminatorio, alienante y enajenador de los bienes nacionales propio del modo de proceder de las instituciones que hemos heredado de la cuarta república y que la derecha endógena sigue aún legitimando, promoviendo y defendiendo a ultranza. Lo anterior implica la redefinición de las instituciones, de sus objetivos, estructuras, funciones, sistemas normativos, métodos y estilos de trabajo, control y evaluación, criterios para la toma de decisiones, selección y capacitación de personal; pero sobre todo, un cambio en el sistema de valores tanto personales e institucionales-organizacionales. Un cambio que es lento, donde apostamos por el éxito en función del fruto abundante que pretendemos cosechar y no por el éxito en sí mismo. Ello implica llenarnos de paciencia histórica para sembrar y tener la esperanza de recoger o no los frutos por cosechar.
Sin lugar a dudas, la Constitución de 1999 refunda la República de Venezuela bajo la orientación de la Doctrina Bolivariana y el principio de Soberanía Nacional. La Reforma planteada a la misma, postuló el ejercicio directo del poder por parte del pueblo organizado y la re-fundación ética y moral, es decir, propuso cambios a nivel de la superestructura ideológica que sintonizasen armónicamente con las transformaciones de las instituciones del estado y con las relaciones sociales de producción en la nación. Reto aún hoy vigente y por historizarse. Es por ello que la activación socio-institucional-organizacional y el actual momento político que enfrentamos, más allá de las estrategias y tácticas para lograr el triunfo del 23 de noviembre próximo, debe también contemplar no perder la visión de PROCESO, es decir, que para que los cambios perduren y den fruto abundante deben ser lentos, integrales y procesuales para que las instituciones y las personas que la constituyen, logrado el triunfo de noviembre, sean el canal y medio renovado para seguir construyendo y profundizando la Revolución Bolivariana.

Nuevos valores y proyectos, nueva estructura y lineamientos estratégicos deben inspirar a cada una de las instituciones en la operativización de las Tres RRR: REVISIÓN-RECTIFICACIÓN-REIMPULSO, en momentos de cambios y transformaciones radicales. Esta necesidad de cambios radicales deben estar permeados por los siguientes principios de trabajo: compromiso con el trabajo, convicción ideológica socialista-revolucionaria, lucha contra la corrupción, intercambio de experiencias y saberes, y participación protagónica de todos/as los actores: Directivos, gerencia media y base social del proceso organizacional e institucional. Igualmente, el cambio o conversión al socialismo debe generar nuevas categorías y conceptos los cuales deben nutrir el accionar y pensar de quienes generen estos proceso de cambio. Entre los nuevos conceptos debemos promocionar los siguientes:



  • La relación base – base con los sujetos del sistema.

  • El reconocimiento de los sujetos del sistema como protagonistas sociales históricos, políticos, éticos, morales, económicos y culturales; capaces de transformar su entorno.

  • La cooperación y articulación intra y extra muros institucionales con el fin de concentrar todos los esfuerzos para el logro de los objetivos sociales que se traducen en el incremento de la calidad de vida. A esta cooperación y articulación se le ha denominado Focalización o Acción Focalizada del Estado.

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