martes, 2 de septiembre de 2008

VALORES SOCIALISTAS, SALVACIÓN DE LA REVOLUCIÓN (II)

Dime qué deseas y te diré a donde llegarás”:deseo del deseo y la vocación por la vida.

En este complejo, largo y prometedor proceso como entes organizacionales, institucionales o como Gobierno mismo, debemos potenciar y hacer producir al máximo el deseo del deseo, es decir, generar los procesos afectivos, políticos, espirituales, psicológicos, ideológicos, etc., con los sujetos que permitan la movilización en estos ámbitos, comenzar a explorar otras tierras; ser otr@s Abrahánes: “salir de nuestras tierras” (Gn. 12, 1. 4a) para descubrir y construir el nuevo cielo y la nueva tierra en nuestra patria. Aunque suene muy romántico y/o espiritual, debemos lograr esta movilización ya que no se trata únicamente de decretos, de leyes (gracias a Dios que las tenemos) o que nuestro Comandante–Presidente tenga claro el camino a seguir, sino que cada hombre o mujer, todo/a potencial revolucionario/a debe iniciar este camino y prepararse para las vicisitudes y satisfacciones que el optar por la propia vida y la vida en abundancia que le depara en la humanidad.

Otro elemento fundamental que toda iniciativa de formación en Valores Socialistas debe contener, si en verdad queremos ser coprotagonistas y hacedores de futuro socalista, se necesita cada uno/a de nosotros tome en serio la vocación más importante que tenemos: La Vocación a Vivir para dar sentido a la vida. ¿Qué significa, de manera general, la Vocación a Vivir? Lo primero que tendríamos que comentar es que el termino “vocación”, lejos de la connotación reducida que tradicionalmente se utiliza en el ámbito religioso y sacerdotal, no indicaría, solamente, la opción por ser “cura” o “monja”. La palabra “Vocación” viene del latín “vocare”, que significa “llamar”. Así pues, todos los seres humanos recibimos una llamada, una invitación para vivir en plenitud y dar vida a otros. La “Vocación a Vivir” es la llamada que viene de lo más íntimo de cada persona; pero también es la respuesta particular y diferente que cada cual da a esa invitación; así pues, las concreciones que se den serán dependientes de los “valores” escogidos libre y continuamente (autotrascendencia) Ellos no podrán ser impuestos si se desea que motoricen a la persona, gestora de todo cambio organizacional, institucional o social, sino que deben ser acompañados procesualmente sabiendo que si hoy preparamos la tierra, ponemos los mejores medios y sembrados buenas semillas, el tiempo nos dará buenos y abundantes frutos.

Por otra parte, la Vocación es dinámica, dado que se va descubriendo gradualmente, a medida que nos arriesgamos a vivir desde determinados Valores Socialistas. La decisión de asumir la Vocación dará como consecuencia que cada cual desarrolle su propio “Proyecto de Vida” cuyos fundamentos sean los Valores Socialistas, que ayuden a establecer cual será el sentido que le dará a su existencia, realidad de la que muchas veces se adolece generando un pragmatismo estéril: nos acostumbramos a “hacer cosas de revolucionarios mas no ser revolucionarios” con todos los intríngulis que ello significa: la vivencia de la honestidad, la responsabilidad, la dialéctica revolucionaria, el estudio sistemático, disciplinado, en profundidad; capacidad de crítica y autocrítica, ética socialista, etc. Tener por “Proyecto de Vida el Proceso Revolucionario”, implica establecer prioridades, saber cuáles son las propias convicciones y opciones fundamentales que fundarán el modo o forma de estar en la vida como las acciones que hablarán de ello, estar alerta ante situaciones personales o ajenas que saboteen el proceso y/o favorecer todo aquello que contribuya con él.

Hablar del Tercer Motor y la formación en Valores Socialistas, sigue siendo un reto. No está fundido, como nos lo quiere hacer ver la oposición capitalista lacaya, sino que “pica y se extiende”, que “está vivita y coleando”. ¡Deo gratias!

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