miércoles, 3 de septiembre de 2008

¡Revisamos o erramos!: Condiciones, criterios y medios para la Revisión Revolucionaria.

En el proceso de transición institucional y organizacional al Socialismo, no podemos ser ingenuos. Ya nos lo advierte Frei Betto (2005) al hablarnos de una trampa que, como sujetos en proceso de conversión a la revolución o militantes de izquierda y de los cambios institucionales u organizacionales al Socialismo que queremos generar, podemos caer ingenuamente: “Cuidado: usted puede estar contaminado por el virus social-demócrata, cuyos principales síntomas son usar métodos de derecha para obtener conquistas de izquierda y, en caso de conflicto, desagradar a los pequeños para no quedar mal con los grandes”. Esta es una realidad que no podemos negar. Es por ello que toda práctica en función de generar procesos de cambio, transición o conversión al Socialismo debe ser muy bien ponderado, discernido, sopesado dejando claras y sin ambigüedades las motivaciones y fundamentos de los medios o métodos que usamos como también las posibles consecuencias positivas o negativas que su utilización podrían acarrear a corto, mediano y largo plazo para el proceso de construcción y fortalecimiento de nuestro proceso revolucionario.

Planteadas las tres preguntas citadas en el anterior artículo: ¿Qué hemos hecho, qué hacemos, qué debemos hacer como institución u organización para la transición y la consolidación del Socialismo Bolivariano y la praxis de los Lineamientos del Proyecto Nacional Simón Bolívar o Primer Proyecto Socialista (PPS)?, se deben poner los medios más idóneos, “los mejores medios” (sin escatimar esfuerzos, costos económicos y políticos, protagonismos, etc.), de tal forma que las respuestas a ellas sean lo más sinceras, responsables y revolucionarias. Es por ello que se deben tomar muy en cuenta y generar las siguientes conditio sine qua non, condiciones sin las cuales no será posible generar el proceso:

  1. ¡La Base, la Base, la Base!, debe estar implicada desde el primer momento, es decir, todos los colectivos que hacen vida y presencia en la institución. Los cambios no se hacen sobre las estructuras o modelos organizacionalas o institucionales, sino sobre las personas. Es por ello que el proceso debe ser lo más inclusivo, participativo y democrático posible. Hacer vida y hacer valer la democracia participativa y protagónica de las personas y colectivos sociales en una continua comunicación, reflejo y participación de los avances, retrocesos, trabas, trampas, resistencias, ataques, etc., que va encontrando el proceso de transición al Socialismo en la organización o institución. Si la Base está presente, incluso en la planeación del proceso, tengamos por seguro el éxito del proceso; si no, desde ya, ha nacido muerto!

  2. Estar mosca con la tentación de que el proceso de cambio o transición lo piense, planifique un “grupo de expertos, detrás de un escritorio encerrados en su laboratorio”; es decir, que sea totalmente aséptico a las realidades globales que intervienen en este tipo de procesos. Aun cuando debe ser un equipo con el adecuado peritaje quien liderice el proceso, éste debe estar integrado también por quienes día a día van construyendo y viviendo los sabores y sinsabores de la institución. La dirigencia de gestión debe formar parte de éste como uno más no para marcar dirección, sino para tocar de cerca la realidad y nuevas realidades que en potencia desde ya se pueden proyectar para el mejoramiento en la atención y facilitación de los bienes y servicios.

  3. Planificar el proceso de cambio a partir de una base conceptual sólida, es decir, con fundamentos teórico-político-prácticos de tal forma que sea capaz de dar respuestas creativas y novedosas a cada una de las situaciones que se presente en el proceso, porque planear es más fácil que implementar.

  4. Para lograr cambios permanentes, el proceso debe ser gradual. No es de la noche a la mañana que se cambian procesos o procedimientos organizacionales e institucionales menos aún las convicciones, actitudes y valores de las personas. No pretendamos, en nuestro contexto venezolano, que en un mes se logrará el cambio, sino que será un proceso que implicará posiblemente algunos años en los cuales se irán constatando los avances o retrocesos paulatinamente. Si es MUY IMPORTANTE que el proceso cuente con un núcleo de gente crítico, un colectivo (Equipo de Transición al Socialismo) que evalúe constantemente las señales que va dando el proceso, la organización y la sociedad en la que hace vida la organización o institución como también la calidad o bienestar generado (medido en Índices Nacionales de Desarrollo Humano), a fin de asegurar la continua auto-renovación, retroalimentación y evaluación del proceso.

  5. No decretar el cambio. Los cambios profundos no se decretan ni se imponen. Todas las organizaciones tienen una estructura formal y otra informal: la que está en el papel y la que constituye la gente a través de sus relaciones. Por ello es vital que el Equipo de Transición al Socialismo Institucional u organizacional, debe ser capaz de ser todo oído, olfato, tacto, gusto, vista para detectar tanto el clima organizacional como también encontrar las rendijas organizacionales que potencialmente permitirían introducir cambios en la estructura misma (generar un modo alternativo de gestión-administración y cooperación intrainstitucional: p.e. en red, en espiral), en las personas (su modo de relación) y en los sistemas-procedimientos- (modo de concebir y hacer las cosas) Quien se queda en el mero gamelote fracasa, ya que “buenas obras son amores y no buenas razones”.

  6. Hablar de cambio institucional u organizacional no es “cadenita ni monedita de oro” para muchos, especialmente para quienes se benefician explícita o tácitamente del ostracismo presente en ellas. Es fundamental identificar las poblaciones o colectivos: a. Aquellos que reciben con beneplácito y esperanza esta propuesta ya que han estado marginados o discriminados laboral o humanamente. b. Los que dicen “sí pero aún no” ya que necesitan ser motivados y estudiar aún más los cambios propuestos pero que internamente los desean. c. Los que dicen “no” pero están dispuestos a dialogar y flexibilizar su posición en pro del bienestar para sí como para los demás del cambio a generar. d. Los que dice “no” y están dispuestos a no cambiar y que para ellos el cambio no es una novedad sino una amenaza. Estos últimos no son objeto ni sujeto de las acciones de cambio o transición, ya que allí encontraremos una oposición recalcitrante a toda iniciativa. Por tanto no se debe dejar que los resistentes ultrosos “de derecha extrema” se hagan cargo de los pilares y procesos del cambio. Un Equipo de Transición proactivo y propositivo se asegura de que “la vieja guardia“ no tema el cambio, ya que en cuanto sienten la más mínima amenaza, empiezan a jugar sucio. Es por eso que …“No echemos nuestras perlas a los cochinos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y nos despedacen” (Mateo 7:6)

Este mismo Equipo debe, por tanto, definir las diferentes estrategias para abordar a estos colectivos los cuales deberán ser sujetos del cambio o transición misma ya que el cambio si no viene desde dentro será simplemente una morisqueta!

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